En la conferencia titulada Reconstruyendo Japón, los tres arquitectos trataron de situaciones y momentos diversos en la historia sísmica del país. Al más veterano de los tres, Ikuo Kobayashi, docente de planificación urbana en la Universidad de Kobe, le tocó vivir el terremoto que arrasó esta ciudad en 1995, hasta la fecha considerado el peor de la historia de Japón. "Han pasado 17 años y la reconstrucción aún no ha acabado", indicó. Kobayashi aseguró que las primeras 10 horas después de una catástrofe son decisivas. "En Kobe la mayor destrucción fue causada por el fuego, así como en marzo fue el agua. Estamos preparados para enfrentarnos a seísmos de gran fuerza, pero los efectos colaterales que generan pueden ser imprevisibles y peores que el terremoto en sí", aseguró el arquitecto, enseñando unas imágenes de los nuevos barrios de Kobe, salpicados de arroyos urbanos.
"La presencia del agua es importante para luchar contra los incendios tanto a nivel práctico como psicológico", insistió Kobayashi, que también desmitificó la creencia común según la cual los edificios bajos son más seguros que los rascacielos. "También puede ser todo lo contrario, depende de cómo han sido construidos".
Masahiro Sawada, docente del Institute of Design de Nagaoka, ilustró una de las situaciones habituales que se verifican en las zonas rurales de Japón tras un desastre natural: la dicotomía entre los que apuestan por la reconstrucción y los que quieren irse. Sawada utilizó como ejemplo los pueblos de Yamakoshi y Ojiya, que sufrieron un fuerte temblor en 2004. El profesor ha diseñado un prototipo de casa sostenible y barata (12 millones de yenes japoneses, algo más de 100.000 euros), pensada para integrarse perfectamente en el paisaje de las zonas de montaña.
"A la espera de la reconstrucción, los habitantes son alojados en viviendas provisionales de larga duración, que tienen las comodidades de una casa normal pero carecen de cimientos. Estos núcleos permiten mantener unida la comunidad", añadió Norio Maki, del Centro de Investigación en Sistemas para la Disminución de Desastres Naturales de la Universidad de Kioto. Maki recorrió los eventos de la primera hora después del tsunami identificando los fallos que llevaron a muchas muertes. "La alarma fue muy rápida, llegó en cuatro minutos. Sin embargo, hubo casos en los que fuimos víctimas de nuestra propia seguridad. No se esperaba una ola de tal magnitud y se pensó que los muros de contención aguantarían, así que hubo lugares, incluso una escuela, que se hubieran podido evacuar y no se hizo".
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2011/12/24/catalunya/1324743719_903632.html
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