El acceso al
agua dulce ha sido a lo largo de la historia de la humanidad una fuente de poder o de conflictos. Conocemos
experiencias desafortunadas de antiguas civilizaciones poderosas que llegan al
colapso por escasez o por una mala
gestión del agua dulce.
El agua es
indispensable para toda la humanidad, así como para todos los seres vivos que
habitan el planeta Tierra. De ella no solo dependemos para vivir, sino que es
esencial para la obtención de alimentos, así como para un desarrollo económico sostenible. Sin agua es completamente
imposible que se dé vida, además es lo primero que se tiene en cuenta a la hora
de buscar vida fuera de nuestro planeta.
Las lluvias (pluviosidad)
se distribuyen a través de los ríos y cuencas, permitiendo su acumulación en
lagos, embalses y presas así como en acuíferos naturales, determinando la
disponibilidad de agua en las distintas zonas geográficas. Existe otro medio
para la obtención de agua dulce, a través de la desalinización de agua de mar, pero este es el último recurso para
conseguir agua en ciertas zonas litorales con bajas precipitaciones y escasos
recursos hídricos, debido al alto costo y complejidad de la construcción de
plantas desalinizadoras.
El volumen de
agua existente sobre nuestro planeta, que es de aproximadamente 1.400 millones
de km³. No obstante, la mayor parte del agua disponible en nuestro planeta es agua salada, como consecuencia del
proceso de salinización sufrido al infiltrarse entre los minerales de la
corteza terrestre. En un balance general, de los 1.400 millones de km³ de agua
en el mundo, sólo 33 millones son de agua dulce, es decir solo el 2%
aproximadamente. De esta cantidad habría que descontar el 87,3% que está en
forma de hielo en los casquetes polares y glaciares, y el 12,3% que constituye
el agua subterránea. Queda tan sólo un
0,4% de agua utilizable, en resumen un volumen de 140.000 km³. Esta cantidad, a su vez, está en un incesante
movimiento de evaporación - escorrentía. Por lo tanto, la cantidad de agua
realmente aprovechable es muy pequeña.
Las presiones
sobre el sistema hidrológico continental aumentan según el ritmo de crecimiento
demográfico, del desarrollo económico y del desarrollo del bienestar.
Cabe destacar la
presión ejercida en el continente asiático, que acoge más de la mitad de la
población mundial y sólo dispone del 36% de los recursos hídricos mundiales.
Muchos países se están aproximando a los
límites de sus recursos en agua renovable o excediéndose y, según el
informe del PNUD 2006, la población del mundo está aumentando con una tasa de
crecimiento anual del 1,1 % en el periodo de 2004-2015. Con fecha del 2004 la
población mundial era de 6.389,2 millones de habitantes y 5.093,6 millones se
situaban en los países en desarrollo. Fijándonos en la situación demográfica,
podemos apreciar que la distribución de la población se caracteriza en el
envejecimiento de ésta en los países más desarrollados y en contraposición la
elevada tasa de natalidad en los países en desarrollo.
La población crece mucho más rápido que la
capacidad de alimentar a esta misma población, por tanto nos encontraremos
con problemas mucho más graves que los vividos en 1995. Esto representa que, en
el 2025, una población de 4,6 mil millones de habitantes en África y Asia,
tendrá las capacidades mermadas. En 2025, un 55% de la población mundial tendrá
que importar alimentos para nutrir parte de su población en rápido aumento
demográfico, sobre todo en las poblaciones urbanas (Falkenmark, 1997).
La principal
fuente de suministro de alimentos en el mundo es la agricultura. Gran
parte del agua que utiliza depende de la lluvia, pero las tierras de regadío
representan alrededor de una quinta parte de la zona cultivable total de los
países en desarrollo. En la historia del uso del agua, algunas cosas cambian
pero otras permanecen inalterables. Los seres humanos siempre han utilizado de
forma prioritaria el agua para el riego. En el siglo XX, el uso del agua ha
aumentado.
También ha
aumentado en el sector industrial y en el sector doméstico, pero la agricultura
todavía utiliza la mayor parte. Tal como se aprecia en la figura 2, el uso de
agua para la agricultura representa el 70% del uso mundial de agua. En los
países en desarrollo, el consumo del agua en el sector agrícola supera el 80%.
Debido a lo antes señalado debemos
centrarnos en esfuerzos, que aunque parezcan mínimos ayudan de alguna forma en
el ahorro del consumo de agua.
La inversión en
infraestructura, ya sea alcantarillado para encauzar las aguas desechadas, como
facilitar el acceso a agua potable a la totalidad de la población del planeta,
son aspectos en los que se debe incidir para que el agua se convierta en un
derecho y deje de ser un privilegio.
Debemos pensar
en conceptos (no pragmáticos), como lo son: la Arquitectura Sustentable y el Saneamiento Ecológico.
La arquitectura
sustentable es una de las disciplinas que buscan introducir nuevos sistemas e
instalaciones dentro de los edificios para conseguir un uso racional del agua.
Los edificios
sustentables incorporan estrategias de proyecto no sólo con vistas al confort y
el ahorro de energía, sino también al aprovechamiento
y reutilización del agua.
La Organización
mundial de la Salud (OMS) estima que el 40% del agua potable se utiliza para el
funcionamiento de los sistemas sanitarios en los edificios, con un alto
desperdicio. Debido a esto, en un primer momento se restringió dicho derroche
mediante dispositivos manuales y automáticos en los artefactos sanitarios. Aun
así el consumo sigue creciendo.
El diseño
sustentable busca incorporar en los edificios sistemas que recojan, acumulen y
distribuyan el agua de lluvia. Después de ser utilizada con fines no potables,
es separada en drenajes específicos, que las conducen a tanques de tratamiento
para luego volver a mezclarlas con el agua de lluvia. De esta forma, salvo el
agua para beber, la higiene y cocinar, el resto entra en un ciclo de permanente
reciclado.
Debido a que se
requiere energía para el funcionamiento de las bombas de agua que se precisan
para la utilización de esta agua, pueden incorporarse también generadores solares fotovoltaicos que eviten el consumo eléctrico.
La función de
los sistemas hidráulicos de los edificios sustentables es aprovechar el agua de
las lluvias, reutilizar los efluentes después de un tratamiento biológico por
las raíces del jardín, y utilizar dispositivos economizadores en los
principales puntos de utilización.
Las aguas
pluviales pueden ser colectadas y los efluentes con bajo contenido de materia
orgánica (aguas grises), debidamente tratados pueden ser un suministro complementario
al sistema del agua potable. Pero requieren un sistema independiente.
Es conveniente,
cuando se zonifican los diversos ambientes de un edificio, conseguir concentrar
en núcleos húmedos los servicios sanitarios. En caso de un edificio en altura pueden
conseguirse varios núcleos húmedos, con la condición de concentrarlos en
vertical. De esta forma se minimizan los recorridos por muros y tabiques y se
los agrupa en plenos que contengan (agua fría y caliente, desagües y
ventilaciones). En caso de viviendas unifamiliares, se crea una zona húmeda con
la cocina, lavadero y baño. Esta concentración permite la racionalización y
economía de las instalaciones.
En los últimos
años ha habido muchos tratados relativos a los cursos fluviales internacionales
y también se han puesto en marcha muchos proyectos de cooperación, pero también
han ocurrido muchísimos conflictos y disputas violentas por codiciar el
patrimonio del agua. Es evidente que queda mucho por hacer para conseguir un
ambiente de cooperación, es necesario un marco legislativo consensuado y
aceptado por todas las partes implicadas y realizar un seguimiento de
cumplimiento de los acuerdos. Se deben crear nuevos acuerdos institucionales
entre redes de expertos que ofrezcan oportunidad de armonizar objetivos,
planteamientos de problemas y argumentos de especialistas que pueden ayudar a
aportar elementos de mayor fuerza para que se incorporen en las políticas de
los distintos niveles de gobiernos.
A pesar de la
complejidad de este nuestro mundo globalizado y un futuro poco halagüeño, nunca
el ser humano ha estado en disposición de tomar decisiones tan fundamentadas.
Tenemos las herramientas tecnológicas, conocimiento, comunicación, aprendizaje
de buenas y malas experiencias, metodologías para crear escenarios de futuro,
modelos democráticos de participación e instituciones implicadas, todo ello nos
debe conducir a realizar cambios económicos, culturales y sociales necesarios
para solucionar la problemática de la escasez de agua dulce en el mundo.
Autor: José Gonzalez
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